Escritura

 
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Escritura de textos  basados en esta imagen.
 
*Llévame contigo*
 
Estoy muy enfadada.
Me has dejado sola, tengo miedo.
Todos los dias me pregunto por qué dejaste tantas veces que lo hiciera, por qué no me llevaste a tu lado; no quiero estar aquí, estoy sola.
...
Tú lo conoces, no parará hasta que consiga lo que se propone.
Esos señores
creen sus falsas palabras, sus falsas lágrimas. Vuelve a poner su enfermedad como excusa y tú no estás para defenderte.
Hoy he visto su foto en el periódico, con sus falsas palabras que jamás han salido ni saldrán de mi boca. No puedo perdonarlo, no quiero perdonarlo.
Otra vez cambio de ciudad, de amigos, de colegio... estoy cansada.
Me voy muy lejos, lejos del que nos maltrató, lejos del que te quitó la vida.
 
Noemi Rando
 
DESARRAIGO
 
Aquel día en que, desde la ventanilla del coche de línea, vi alejarse lentamente la silueta de la Peña, sentí una mezcla de miedo a lo impreciso, pesar de dejar mi colegio, mis amigos y mi familia, pero también una especie de excitación ante esta aventura capitalina donde, a mi corta edad, creía que allí la vida se medía a otra escala.
Recuerdo los primeros tiempos de desarraigo. Mi madre, como siempre, luchando por adaptarse; mi padre, con un halo de timidez y des...amparo y yo...yo agarrándome a ellos, buscando afirmarme en su ficticia seguridad.
En los primeros días, para escapar de esta sensación de soledad, escapaba a otra soledad, la calle.
En una gran ciudad, pasear, vagar sin un destino por las calles, entre los transeúntes, es una delicia y un ejercicio muy instructivo.
Iba viendo, observando, anotando caras y posturas.
No sabía quienes eran estas personas con las que emparejaba un minuto; todas tendrían sus cuidados propios, sus alegrías, sus quebrantos.
Conjeturas cuáles serían sus nombres, su profesión...
Y así, mi imaginación levantaba toda una sociedad compuesta por estas figuras rápidas y fugaces.
Y vivía un segundo entre la gente, sintiendo como ella y, a la vez, ajena.
Ese era el encanto que yo encontraba en mi deambular.
 
Rosa Teba
 
Te imagino, despojada ya del pesado lastre de tu cuerpo desgastado por el dolor y el sufrimiento, caminando descalza por las añoradas playas de tus sueños.
Y te veo caminar hacia un bosque sin fin, escoltada por floridas ramas de jazmines y jacarandas.
Te imagino deslizándote por verdes prados, donde las malas hierbas ya no tienen lugar,
en eterna primavera, olvidando los largos inviernos.
Y por fin, te imagino con alas desplegadas, protegiendo con ellas el hermoso tesoro que dejaste al volar hacia lo eterno.
 
Nati Fuentes
 
Acababa de llegar a la casa de mi niñez y sentía como si el tiempo no hubiera pasado. Se me agolparon los recuerdos al ver los muebles, ahora cubiertos de la pátina blanquecina del polvo, la gran escalera de mármol que ascendía hacia los dormitorios y aquella caja de fotos que mamá guardaba en el armario.
Fui mirando una a una aquellas fotos. Cada una de ellas me decía algo de aquellos seres que habitaron la casa.
La foto de aquella carita de niña llamó mi atención. Era yo, m...irando por la ventana a través del cristal, que ofrecía el reflejo de mi cara enseñando unos ojos curiosos, bajo el flequillo que cubría mi frente, que parecían devorar lo que veía fuera.
Con la foto en la mano, bajé la escalera buscando el ventanal. Apoyé la barbilla de igual modo que en la foto y miré al exterior. El paisaje era el mismo, por aquellos árboles parecía no haber pasado el tiempo.
Miré el cristal para ver la imagen que de mí tenía y retrocedí contemplando mi frente ahora despejada, surcada ya de arrugas, con algún mechón blanco cayendo sobre ella y unos ojos menos curiosos ya, de mirada cansada, envejecida por el paso del tiempo.
Dejé la foto, caminé hacia la salida y cerré la puerta tras de mí. Me alejé despacio, volviendo aún la cabeza para decir adiós a la niña de ojos curiosos, que parecía mirarme desde la ventana.
 
Nati Fuentes
 
Mamá ya está acostumbrada a tus huidas, yo no. Mirar por la ventana es lo único que alienta mi esperanza de verte venir.
En alguna ocasión me dijeron que era tu condición, pero yo no lo entiendo, aquí siempre te queremos mucho y te cuidamos, ¡deberías de entenderlo!.
Quizás algún día no te abramos la puerta y por fin entiendas que te equivocaste... Al menos está vez yo te perdonaré.
...
Todavía recuerdo cuando papá te trajo a casa en aquel cestito, eras una gatita muy pequeña.
Te extraño mucho Milupa, mi preciosa gata fugitiva.
 
Mc Tello
 
LA INOCENCIA DE MI FANTASMA

 Me he levantado de la cama con una sensación extraña. He tenido un sueño horrible. Mi papá me encontraba y me arrojaba por la ventana. Camino ligera como una pluma. Voy a la habitación de mamá, pero no está. Tampoco en la cocina, ni el salón…En el pasillo hay algo que me llama la atención, la puerta del sótano está cerrada con una cinta como esa que usó mam...á para cerrar las cajas de la mudanza. Pero esta cinta es más bonita, tiene letras que dicen No Pasar Policía. El silencio empieza a asustarme y vuelvo a mi habitación. Me asomo a la ventana. No entiendo que hace mi papá ahí en la calle, sujeto por unos policías. Y a mi mamá, ¿por qué la tapan hasta la cabeza con la manta? La van a asfixiar. Se la llevan en una ambulancia. ¿Y qué pasa conmigo?¿ Por qué me dejan aquí?. Abro la ventana, grito y nadie me presta atención, como si no me vieran. Miro hacia abajo, no entiendo que hago yo caída sobre el seto del jardín mientras unos señores, toman notas y me hacen fotos sin parar.
 
Mercedes Luque
 
 
COMO CADA TARDE
 
Ya casi es la hora. El cuarto está ordenado, los dientes bien cepillados. Mis padres no tendrán que molestarme. Ya todo está listo.
...
Hoy se retrasa. Comienzo a impacientarme cuando descubro que la luz de la segunda planta se ha encendido. Ya está aquí. Se descorren las cortinas y se abre de par en par el balcón, haciendo entrar en su cuarto el reflejo del sol sobre la calle mojada. Ya se oye esa música de piano y violín que tanto gusta a los mayores. Mi señora amiga desconocida se quita su ropa y se introduce en una túnica inmensa, ligera y blanca. Sus brazos comienzan a dibujar aros en el aire, tímidos al principio, firmes y rotundos luego. Su cuerpo gira en preciosas ondas de equilibrio acompañadas del eco de su tela. A veces puedo ver su rostro, brillante por el esfuerzo pero con unos ojos felices, satisfechos.
Cuando la música acaba, mi señora amiga desconocida se limpia el rostro y levanta la vista hacia mi ventana. Sonríe, hace una elegante reverencia y desaparece tras los postigos.
Ahora estoy sola, pero siento el fluir de diez mariposas en el estómago. Noto mi pecho hinchado. El sonido de mi respiración parece que quiere atravesar el silencio de los muros.
Y me descubro. Me veo en mi futuro. Mi cuerpo y mi voluntad ya tienen un destino. Cuando pasen los años, yo quiero tener la sonrisa satisfecha de mi señora amiga desconocida. Dedicaré mi tiempo y mis fuerzas a ello.
Mientras tanto, espero ansiosa la
función que me dedicará mañana...
 
Inmaculada de la Torre
 
 
 

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